miércoles, 4 de abril de 2012

Yes, We Can - El otoño de 2008


Las noticias no dejaban de llegar del otro lado del Atlántico. Durante todo el año 2008 se había hablado mucho de aquel afroamericano del partido demócrata que había superado a Hillary Clinton en las votaciones primarias para la presidencia del 2008. Pero fue a partir de Octubre, a un mes de las elecciones del 4 de Noviembre, cuando el nombre de Barack Obama se convirtió en el centro de innumerables conversaciones. En la tele veíamos discursos pronunciados con gran carisma, cientos de personajes famosos dando su apoyo al Senador de Illinois y, aunque aquí en España no terminábamos de creernos que una persona de raza negra pudiera llegar a dirigir la nación más poderosa del mundo, lo cierto es que se ignoró en gran medida al candidato republicano John McCain.

Fue en aquel Octubre de 2008 cuando yo entré en la universidad. Por aquel entonces no era más que un imberbe de 17 años con pocas ganas de seguir estudiando. Ciertamente, después de salir del instituto tras más de una década en las aulas, lo último que me apetecía era introducirme en un nuevo viaje de estudios que implicaría un mínimo de cuatro años más. Era como una sensación de vértigo. Otra vez a empezar de nuevo. Otra vez a conocer a mis nuevos compañeros. Otra vez descubrir un edificio del que no escaparía en cuatro años. No, yo no era una de esas personas ilusionadas con introducirse en la vida universitaria.

Madrugar cada mañana y recorrer el largo camino que me separaba de la facultad mientras escuchaba "Under The Bridge" en mi mp3. Expresión desganada. La gran cantidad de horas de clase a las que debía asistir en mi primer curso no invitaban a ser optimista. Durante aquellas primeras semanas traté de adaptarme y conocer gente. Mis primeros intentos de amigos pasaban las horas discutiendo sobre quién escuchaba más grupos de música antes de que nadie lo hiciera. No, yo no encajaba en aquel grupo de gente; de hecho, nunca quise entablar relación con gente así.

Pero mentiría si dijese que todo fueron decepciones y malos ratos en aquellos primeros días universitarios. Recuerdo con cariño aquel profesor de física que solía tomarse un respiro en medio de clase para comentar cosas con los alumnos con un tono cómico algo surrealista. Anécdotas de su infancia, comentarios sobre una gran cantidad de aldeas gallegas y charlas con alumnos a los que hacía salir al encerado para que resolvieran algún ejercicio. Las clases de física se convertían en los momento más placenteros de la semana.

Y mientras transcurría mi primer mes en la universidad, Barack Obama se enfrentaba al tramo final de la campaña de las elecciones presidenciales. La palaba "Change", muy presente en la campaña de Obama, se podía leer en carteles y escuchar en anuncios procedentes de la nación norteamericana. El cambio era lo que buscaba un país que se enfrentaba a numerosos problemas sociales: el índice de parados había crecido de manera preocupante, los valores de la bolsa habían sufrido un duro revés tras la reciente quiebra de Lehman Brothers, la sanidad privada negaba el servicio a aquellos que no estaban asegurados, el gobierno negaba la realidad del cambio climático y miles de soldados morían cada año en una guerra, la de Irak, que hacía mucho tiempo que había perdido toda credibilidad. Change.

Pero era otra la frase que todos nos sabíamos de memoria y que parecía tener la fuerza suficiente como para cambiar un país entero. "Yes, we can", la frase que levantó el orgullo de una nación ya de por sí muy orgullosa. ¿Cómo no iba a ser capaz de recuperarse una nación que con menos de 250 años de historia ya había alcanzado la cima como potencia mundial? Escuchamos esa frase en boca de todo el mundo y la vimos impresa en todo tipo de material publicitario. Cuando el candidato demócrata la pronunciaba el público enloquecía y mostraba su apoyo incondicional.


Llegó el 4 de Noviembre. Aquel 4 de Noviembre esperanzador para los demócratas americanos. Recuerdo que en mi casa seguían convencidos de que Obama no ganaría. Mi madre repetía que en Estados Unidos las elecciones se decidían en el último momento y que no veía a un afroamericano dirigiendo la nación. Yo sin embargo estaba convencido de su victoria. Las encuestas le daban como claro ganador y después del último periodo de mandato de George W Bush los republicanos no podrían vencer. En la televisión los enviados especiales informaban de cómo había transcurrido el día en las urnas y mostraban imágenes de los dos aspirantes a la casa blanca. Los resultados se conocerían durante la noche en América, la madrugada española.

Me desperté en la mañana del 5 de noviembre y después de una ducha me apresuré a comprobar los resultados en internet. Como ya sabréis, Barack Obama había sido elegido como cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos de América. No podía esconder mi alegría por la tan esperada vuelta de los demócratas al poder. Ese día se me hizo mucho más soportable la larga caminata hacia la facultad, realmente estaba feliz por los resultados electorales, había motivos para el optimismo. Por supuesto, cuando llegué a la facultad me encontré con varias personas que comentaban la victoria de Obama. Era la noticia del momento y serviría como tema de conversación durante semanas. Al llegar la hora de comenzar la clase de física los corrillos se dispersaron y todos no sentamos en nuestros respectivos asientos. El profesor entró en el aula y en cuanto llegó a su mesa sacó unos cuantos folios de su maletín y pasó algunos segundos revisándolos. Cuando había terminado y todos pensábamos que comenzaría a recordar algunos aspectos tratados en clases anteriores, levantó la cabeza y exclamó para nuestro asombro: "Yes, we can". Una sonrisa se apoderó de todos los alumnos y muchos no pudimos evitar soltar una carcajada. A raíz de ese día aparecieron muchos montajes fotográficos en los que se sustituía la cara de Obama por la de nuestro profesor.

Después de aquella curiosa mañana de clase llegué a casa dispuesto a ver todos los informativos. Vi junto a mi familia el discurso victorioso de Barack Obama y grandes multitudes celebrando el cambio de gobierno. El entusiasmo era desbordado y la gente parecía realmente haber recuperado la esperanza y una nueva ambición por mejorar y salir adelante. Reportajes especiales recordaban la vida que el nuevo presidente había llevado hasta llegar a ese 4 de Noviembre mientras sonaba de fondo "The Times They Are a-Changin'" de Bob Dylan. Quedaban por delante cuatro años de mandato en los que además de ilusión, se necesitaría esfuerzo para alcanzar las cotas marcadas.

En cuanto a mí, aquella primera semana de Noviembre comenzaban las prácticas de física. Antes de comenzar dichas prácticas me encontré con un compañero al que conocía de vista de otras clases y le pregunté si sabía donde era el laboratorio de prácticas. Después de mantener una breve conversación nos dirigimos al laboratorio y la clase comenzó. Aquel día aquel compañero que casi no conocía se convirtió en mi compañero de prácticas. Con el tiempo sería un gran amigo con el que compartí muchos buenos momentos y conocí a mucha gente que verdaderamente merecía la pena. En aquel momento no sabía lo que me depararía el futuro, pero tres años y medio después puedo decir que mis años en la universidad han sido los mejores de mi vida. Digamos que en aquel otoño de 2008 los tiempos estaban cambiando, y ciertamente, nunca han dejado de hacerlo.

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