domingo, 27 de mayo de 2012

El pequeño Bobby Fischer

"En el colegio, Bobby estaba siempre callado y poco interesado en las clases. De vez en cuando sacaba su pequeño tablero de bolsillo y se ponía a jugar algunas partidas. Invariablemente era descubierto por el profesor, quien le decía: «Fischer, no puedo obligarte a escuchar la lección ni puedo impedir que juegues al ajedrez, pero hazlo por mí y por favor deja el tablero». Bobby, cortésmente, dejaba el tablero a un lado y se quedaba sentado en un pétreo silencio. Y todos sabíamos, incluido el profesor, que seguía jugando al ajedrez en su cabeza"


martes, 8 de mayo de 2012

¿Por qué no dejas que te quiera, John?

"Me gustaría ver a Terry levantando la Champions. Creo que se lo merece después de lo que le pasó en la tanda de penaltis de 2008". Este comentario salió de mi boca cuando le explicaba a mi amigo Pablo la admiración que sentía por John Terry, capitán del Chelsea. Mientras hablaba, la televisión mostraba imágenes del Camp Nou aproximadamente en el minuto 15 del partido de vuelta de la eliminatoria de semifinales de la Champions entre Barça y Chelsea. 

John Terry (Londres, 1980) es una persona que se ha hecho a sí mismo. Un futbolista de tintes maquiavélicos, que no entiende el fútbol sin la victoria y tampoco repara en los medios para lograrla. 

Para Terry el fútbol empezó de bien niño, triunfando en el fútbol de barrio hasta que contaron con él para las categorías inferiores del Aston Villa. Pero, a los 14 años, al dar el estirón, el Chelsea le sedujo para toda la vida. Ni siquiera el almuerzo al que le invitó Alex Ferguson en la ciudad deportiva del United le convenció de lo contrario un día en el que apenas probó bocado porque en la mesa de al lado estaba Eric Cantona, ídolo de la familia, ya que su abuelo y su padre son red devils. 

Su carácter y su ambición de niño no variaron con el paso de los años en el club del prestigioso barrio de Londres. A su llegada, el Chelsea era un equipo conocido por practicar buen fútbol de la mano de jugadores como Giafranco Zola, Poyet, Petrescu y Di Matteo. Éste último, actual entrenador del conjunto blue, inlfuyó en John en un detalle peculiar, resulta que cuando era juvenil le vio con las medias sobre las rodillas y le ha imitado hasta hoy. 

La verdadera historia de John Terry en el Chelsea, para lo bueno y para lo malo, comenzó en 2001. Aquel año, justamente 2 días antes de que cumpliera 21 años, Ranieri le dio el brazalete de capitán. Desde entonces nadie ha discutido su autoridad como líder del vestuario. Ni siquiera Mourinho, que pretendía dar los galones a Lampard, se lo quitó del brazo; hizo una votación y el equipo respaldó a su jefe. Es un héroe para la afición y una institución dentro del club. Ambos le seguirán en cualquier batalla. 

Pero la otra historia de John Terry también empezó en 2001. Aquel año se dio la primera polémica en la carrera de un futbolista muy controvertido fuera del campo cuando insultó a unos norteamericanos en el aeropuerto de Heathrow (Londres) y le dejaron sin sueldo dos semanas. Desde entonces ha protagonizado numerosos incidentes: se enzarzó en una pelea en un pub que acabó con un guardia herido, se negó a revelar quién conducía su Bentley ante la policía, cobró 12.000 euros por hacer de guía en el el estadio sin consentimiento del club, el año pasado, le cazaron alquilando sus abonos de Wembley por 5.000 euros; a su padre le pillaron vendiendo cocaína y a su madre robando en unos almacenes. Nada de eso, sin embargo, le ha descentrado sobre el césped ni desviado de su papel de capitán; como tampoco el que le quitaran el brazalete de la selección inglesa (un lío de faldas con la entonces esposa de su compañero Wayne Bridge).

Volviendo a la historia inicial, el partido entre Barça y Chelsea se recrudecía tras el 1-0 que anotaba Busquets y que empataba la eliminatoria. Quedaban poco más de 10 minutos para llegar al descanso cuando una jugada aislada parecía sentenciar al Chelsea. John Terry perdía los papeles y le daba un rodillazo en plenas posaderas (culo suena muy vulgar ¿no?) a Alexis Sánchez cuando el balón estaba lejos de ambos. Agresión sin balón por medio. Roja directa. John Terry, el capitán, dejaba tirados a los suyos en el partido más importante del año. No jugaría la final, aunque ni el más optimista confiaba en aquel momento en las opciones del Chelsea de disputarla. Menos aún cuando Iniesta anotaba el 2-0. La afición del Barça pedía una goleada pero se topó con un gol de Ramires en la última jugada del primer tiempo. Con el 2-1 al Chelsea le sirvió con encerrarse en la segunda parte y rematar con un gol de Fernando Torres en el descuento consiguiendo un billete a Múnich para jugar la final contra el anfitrión, el Bayern. 

Una final en la que no estará Terry, como ya dije antes. No podrá ser el primero en levantar la orejona, en caso de que el Chelsea salga campeón. Frank Lampard tendría ese honor (salvo que la UEFA se lo permita a Terry). 

Mi amigo Pablo me pidió explicaciones por defender a un jugador como ése, que terminaba expulsado en un partido tan importante y por una tontería injustificable. Habíamos quedado en evidencia, Terry por la expulsión y yo por defenderlo minutos antes. No era la primera vez y seguramente no será la última. Admiro a John Terry por su entrega y sus dotes de liderazgo, pero no es fácil mantener esta admiración. La polémica que envuelve a Terry es una losa pesada para todos los que se declaran admiradores del 26 del Chelsea. Supongo que es parte de su persona, para lo bueno y para lo malo.