martes, 4 de diciembre de 2012

Like a Rolling Stone

"La primera vez que escuché a Bob Dylan estaba en el auto con mi madre escuchando WMCA y luego siguió aquel golpe de caja que sonó como si alguien hubiera abierto la puerta de tu mente de una patada."
-Bruce Springsteen durante su discurso de introducción a Dylan en el Salón de la Fama del Rock, 1988-

La puerta de mi mente se había abierto y no volvería a cerrarse. Tenía 17 años y me había visto arrastrado por la curiosidad de conocer qué tenía de especial esa canción que la prestigiosa revista "Rolling Stone" había elegido como "la mejor canción de la historia". El órgano descargó con furia mientras la voz de Dylan con una fuerza indescriptible (no sirve de nada intentar explicarlo, simplemente ¡escúchala!) narraba la caída de una niña despreocupada y caprichosa que termina enfrentándose a la vida desde la mendicidad.

La composición ya me había absorbido, y revisaba la letra una y otra vez escudriñando cada metáfora en busca de respuestas. Siempre entendí la canción como una evolución desde una reprimenda inicial por parte del narrador hasta un sentimiento de complicidad producto de la compasión que termina por ensalzar la situación actual de la protagonista (el famoso "When you ain't got nothing, you got nothing to lose" de la estrofa final). 

Pero más allá de la historia narrada se encuentra el sentimiento de identificación personal. Es probable que Dylan se sintiera una persona en tierra de nadie ("With no direction home Like a complete unknown"), que se encontraba en un proceso de búsqueda que le había llevado a cambiar radicalmente el estilo de su música. Este sentimiento habría llevado a Dylan a tomarse esta composición como una obra realmente personal. Solo así se explica el sentimiento incluido en la interpretación de su estribillo. Cada uno de esos "How does it feel" se clava como un puñal directo al corazón cada vez que escucho la canción y, lo que es más, me hace replantearme la pregunta propuesta. Me lleva a pensar que no sé lo perdido que estoy realmente, pero a pesar de ello me invade un sentimiento de seguridad. Quizás estar perdido no es tan horrible. Quizás te ofrezca la posibilidad de ser libre para encontrar tu verdadero hogar, el lugar en el que finalmente sientas que deberías estar.

Siempre será una de mis canciones preferidas y una de las pocas que considero realmente importantes. Fue la primera vez que escuché a Bob Dylan, y créanme que nunca más volví a ser el mismo. Desde entonces siempre me acompañaría una pregunta:

How does it feel
How does it feel
To be on your own
With no direction home
Like a complete unknown
Like a rolling stone?

domingo, 21 de octubre de 2012

Cuando el dedo señala a la luna, el tonto mira el dedo




"Elegimos ir a la Luna en esta década y hacer las otras cosas no porque sean fáciles, sino porque son difíciles, porque ese objetivo servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y habilidades, porque ese reto es uno que estamos deseando aceptar, uno que no estamos dispuestos a posponer, y uno que pretendemos ganar, y los otros también."
-John Fitzgerald Kennedy, 1962-

El 25 de Agosto de 2012 fallecía Neil Armstrong, el primer ser humano en pisar la luna el 21 de Julio de 1969. El primer hombre que pisó un mundo distinto al que todos conocemos. Probablemente hablemos del mayor héroe de la historia de la humanidad, un personaje único que representó el progreso de todo un planeta. El 26 de Agosto la prensa mundial cubría sus portadas con la noticia y miles de artículos dedicados se escribieron en todo el globo. Tras leer uno de estos artículos, concretamente el que E.J. Rodríguez escribió para Jot Down (el artículo es tan bueno que puedo utilizar mi escrito como excusa para promocionar el de E.J.), salí al balcón para contemplar la luna, siguiendo el consejo del autor.

La luna colgaba del cielo como tantas y tantas noches. Recordé a Neil Armstrong y lo fascinante que me parecía aquel viaje de niño. Porque yo, con cinco años, soñaba con ser astronauta (no se me daba bien jugar al fútbol, y ser futbolista no era una opción, si ustedes me entienden). Me quedaba embobado mirando por la tele a aquellos superhombres ataviados con un traje espacial como si de caballeros medievales con armaduras se tratasen. Mi sueño era viajar con un mapa de estrellas como único paisaje. A pesar de mi aspecto frágil y delicado (siempre fui un niño de desarrollo lento, de esos que cumplen con el papel de “el más bajo de la clase”), siempre me veía a mi mismo enfrentando a extraterrestres o salvando a la humanidad evitando el impacto de un meteorito contra la tierra.

Pero el pensamiento de un niño es volátil, y si un día sueñas con ir a la luna, al día siguiente sólo piensas en capturar los 151 pokémon. Y así fue que las ilusiones en las que me veía como hombre del espacio pronto se diluyeron. La luna pasó a protagonizar los sueños infantiles en los que me transformaba en un mono gigante tras observar el satélite natural, como le ocurría a Son Goku, y me dedicaba a destruir el colegio. Cosas de niños.

Más de quince años después me veo otra vez mirando fijamente a la luna. Muchos lo han hecho a lo largo de la humanidad. Es un elemento que siempre ha estado ahí.


PD: Mi colegio también sigue estando ahí, donde lo dejé por última vez.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Wario Land 3: Explorando nuestro lado egoísta



"El superhombre es la afirmación enérgica de la vida y el creador y dueño de sí mismo y de su vida, es un espíritu libre."


Desde los albores del mundo de los videojuegos, Mario ha sido el héroe por excelencia. A partir de que Shigeru Miyamoto lo hiciera debutar en 1981 en el videojuego "Donkey Kong" (por aquel entonces Mario aún era conocido como "Jumpman"), el fontanero más famoso del mundo se ganó la más alta de las reputaciones en su mundillo a base de protagonizar exitosas entregas.

La idea planteada en los primeros videojuegos de Super Mario era simple y efectiva. Mario ejercía de héroe, Bowser de villano por excelencia, y el secuestro de la princesa Peach servía de motivación para completar una aventura. El éxito fue total y la exigencia de producir nuevas entregas llevó a Nintendo a crear nuevos enemigos que ofrecieran desafíos para su personaje fetiche. Es en este punto donde aparece Wario.

Wario es un personaje de Nintendo que vio la luz en "Super Mario Land 2" haciendo el papel de jefe final del mismo. La idea original era muy simple: Wario representaba la antítesis de Mario aprovechando el juego de palabras (el nombre Wario proviene de juntar la palabra warui, que en jaonés significa "malo", con el nombre de Mario, además de aprovechar el simbolismo de la W como una M invertida). Su personalidad, aunque aún no se había mostrado totalmente, también era contraria a la de Mario; Wario es mezquino y siente envidia por Mario y la fama que éste posee.

El personaje de Wario podría haberse estancado ahí, pero Nintendo se arriesgó y le dio la oportunidad de protagonizar el último juego de la saga Mario Land. "Wario Land: Super Mario Land 3" supondría el debut de Wario como protagonista. El estilo de juego en esta entrega es muy similar a los anteriores juegos de plataformas protagonizados por Mario: el jugador deberá superar niveles avanzando por la pantalla en un límite de tiempo al más puro estilo de los juegos de Nintendo tradicionales. Pero ya desde el primer momento queda claro que Wario no es Mario. En una empresa de temática tradicional como Nintendo por una vez se habían dejado de lado los papeles de héroe (Mario y Luigi) y villano (Bowser). Wario es el primer (y único) antihéroe creado por la multinacional japonesa. Este nuevo protagonista no deberá rescatar princesas ejerciendo el papel de bondadoso salvador, su único objetivo será amontonar dinero y tesoros para poder adquirir un castillo con el objetivo de dar celos a Mario (el juego contendrá diferentes finales según la cantidad de dinero que se consiga juntar). El concepto había cambiado. El jugador no deberá completar niveles con el objetivo altruista de ayudar a los demás, esta vez todo lo conseguido será para beneficio personal, por pura avaricia. Nintendo definía así un personaje muy humano, con todos los defectos que esto implicaría, destacando sobre todos ellos el egoísmo. En cuanto al resto de aspectos relacionados con la jugabilidad, Wario muestra una versión más brutal de Mario. La habilidad más característica de Wario es el placaje, un golpe seco que le permitirá abatir a sus enemigos (aunque sólo podrá usar esta habilidad durante su estado adulto). Además, nuestro protagonista comparte con Mario el hecho de obtener habilidades a partir de objetos (las setas utilizadas por Mario serán reemplazadas por ajos).

Cuatro años más tarde, y después de que el primer videojuego protagonizado por Wario cosechara espectaculares cifras de venta, ve la luz "Wario Land II", que serviría como confirmación de la saga. Lo más destacable de esta entrega es la ruptura total con el estilo ofrecido por las entregas protagonizadas por Mario. En una atrevida jugada, Nintendo produce un videojuego en el que el personaje manejable es inmortal, y su objetivo será completar escenarios muy abiertos que permitirán al jugador elegir múltiples caminos que conducirán a diferentes finales (el juego cuenta con cinco posibles finales). El hecho de que el personaje no pudiera perder la partida generará un Wario más tozudo, insistente y bestial (aunque no puedas perder, para superar dificultades deberás insistir concienzudamente utilizando un Wario en pleno uso de sus facultades: con todos sus placajes, golpes y culadas). El tiempo exigido a la hora de completar los escenarios desaparece, y en lugar de obtener habilidades utilizando objetos, Wario sufrirá transformaciones a partir de efectos producidos por el escenario o los enemigos presentes en el mismo. En definitiva, “Wario Land II” supuso una revolución en el planteamiento de los videojuegos basados en plataformas.

Y entonces llegó la joya de la corona. "Wario Land 3" es probablemente el cartucho que más aprecio de todos los que he disfrutado en mi Game Boy. Alabado por la crítica (considerado casi unánimemente por las revistas especializadas como el mejor videojuego lanzado para Game Boy Color) este videojuego ofrece al jugador una experiencia magnífica. Lo más destacable de "Wario Land 3" es que el planteamiento del juego convierte todos los escenarios disponibles en gigantescos puzles. El objetivo del juego es la caza de tesoros encerrados en cofres. Para abrir estos cofres se necesitan sus respectivas llaves y el enigma en cada escenario consistirá en localizar las llaves y los cofres (cada escenario contendrá cuatro cofres diferentes). Algunos tesoros permitirán al usuario desbloquear nuevos escenarios o zonas inaccesibles de los mismos construyendo así un gigantesco rompecabezas que enlazará los diferentes cofres hasta conseguirlos todos (en un total de cien). Cabe destacar que manteniendo el sistema de "Wario Land II" en esta entrega el protagonista es inmortal, puede tropezar cien veces en la misma piedra con la única intención de conseguir su objetivo. En cuanto a las habilidades de Wario, éste empieza con los comandos básicos (placajes y saltos), pero algunos tesoros obtenidos dotarán a Wario de nuevas habilidades que ofrecerán una jugabilidad más completa. No se puede finalizar un análisis de este juego sin mencionar las múltiples transformaciones que afectan al personaje y que le facilitan habilidades y características que aumentan las posibilidades del juego dándole una dimensión mayor. No hay tiempo para aburrirse dentro de la caja de música que encierra el mundo de "Wario Land 3".


Canción perteneciente al esceario "Above de Clouds" en su versión nocturna.

Y una vez completado el análisis llega el momento de comentar mi experiencia personal. He completado el juego al menos cuatro veces (puede que cinco, pero hablo de memoria) y lo he disfrutado cada una de ellas como si fuera la primera. Me enamoré de cada escenario y de los desafíos que estos planteaban, que exigían inteligencia y destreza. Disfruté explorando cada esquina en busca de respuestas que completaran ese puzle gigante que representaba la totalidad del juego. Me desesperé con caídas en diferentes niveles que me obligaron a repetir intentos durante cientos de veces porque una vez que empiezas a jugar no puedes parar hasta completarlo. La banda sonora de algunos escenarios (en los que podías estar atascado durante MUCHO tiempo) se introdujo en mi cabeza para no desaparecer jamás (destacando especialmente la canción de "Above the Clouds" en su versión nocturna, uno de los escenarios más complicados y místicos que cuenta además con una canción de fondo irrepetible). Pero si hay algo que me enganchó realmente a este juego fue el mismo Wario. Totalmente exento de clase o buen gusto, Wario representaba para mí un personaje auténtico, sin ningún tipo de empatía o necesidad de ayudar a los demás. El objetivo era saciar la avaricia del protagonista, nada de salvar pueblos o rescatar princesas. Wario no dependía de nadie, era libre en el más amplio sentido de la palabra. Libre porque sólo actuaba por y para él. En el fondo eso es lo que necesitaba yo cuando jugaba a "Wario Land 3". Buscaba libertad, saciar todos los impulsos primitivos que definen al ser humano como un ser imperfecto. Porque, admitámoslo, el ser humano es imperfecto, y como tal, se siente identificado con la imperfección. Nietzsche estaría orgulloso. 


Canción final del videojuego "Wario Land 3"


Agradecimiento especial al blog "Pepinillo guerrero", por ofrecer información detallada sobe las distintas entregas de la saga Wario Land.

miércoles, 6 de junio de 2012

L'estasi dell'oro

Tuco salta desesperado intentando no resultar herido tras el impacto de la bala de cañón. Su antiguo compañero de fechorías, Rubio, intenta frenar su escapada a base de cañonazos. Cuando por fin encuentra el suelo tras mantenerse brevemente en el aire su cabeza impacta con una piedra. Sorprendido se gira para descubrir que la piedra con la que se ha chocado es una lápida. Había llegado al cementerio que buscaba. Comprueba de nuevo el nombre. Arch Stanton. Dubitativo comienza a buscar el nombre en las piedras más cercanas. El abrumador paisaje repleto de miles de tumbas no parece hacerle desesperar ni lo más mínimo. El tesoro estaba cerca, y esa era la única idea que invadía sus pensamientos.

Morricone ya ha empezado a hacer de las suyas y una melodía acompaña la escena desde el comienzo, lenta y solemne. Tuco sigue buscando un nombre. Un calor se apodera de él y empieza a correr. La fiebre del oro. El éxtasis del oro. L'estasi dell'oro, que así se llama la composición de Morricone crece y acelera la escena a medida que las pulsaciones de Tuco aumentan su ritmo. La imagen repasa rápidamente las tumbas en busca de la lápida que tenga inscrita el dichoso nombre.

Tuco sigue buscando, Sergio Leone sigue mostrando planos de lápidas a gran velocidad cuando, en el clímax, cuando Tuco, las imágenes mostradas por Leone y la melodía de Morricone han alcanzo su máximo esplendor, la escena se detiene. Arch Stanton. El tesoro.

Tarantino dice que es la película mejor rodada de la historia del cine. Yo no seré quien se lo discuta.

Sergio Leone, Ennio Morricone y Eli Wallach.

domingo, 27 de mayo de 2012

El pequeño Bobby Fischer

"En el colegio, Bobby estaba siempre callado y poco interesado en las clases. De vez en cuando sacaba su pequeño tablero de bolsillo y se ponía a jugar algunas partidas. Invariablemente era descubierto por el profesor, quien le decía: «Fischer, no puedo obligarte a escuchar la lección ni puedo impedir que juegues al ajedrez, pero hazlo por mí y por favor deja el tablero». Bobby, cortésmente, dejaba el tablero a un lado y se quedaba sentado en un pétreo silencio. Y todos sabíamos, incluido el profesor, que seguía jugando al ajedrez en su cabeza"


martes, 8 de mayo de 2012

¿Por qué no dejas que te quiera, John?

"Me gustaría ver a Terry levantando la Champions. Creo que se lo merece después de lo que le pasó en la tanda de penaltis de 2008". Este comentario salió de mi boca cuando le explicaba a mi amigo Pablo la admiración que sentía por John Terry, capitán del Chelsea. Mientras hablaba, la televisión mostraba imágenes del Camp Nou aproximadamente en el minuto 15 del partido de vuelta de la eliminatoria de semifinales de la Champions entre Barça y Chelsea. 

John Terry (Londres, 1980) es una persona que se ha hecho a sí mismo. Un futbolista de tintes maquiavélicos, que no entiende el fútbol sin la victoria y tampoco repara en los medios para lograrla. 

Para Terry el fútbol empezó de bien niño, triunfando en el fútbol de barrio hasta que contaron con él para las categorías inferiores del Aston Villa. Pero, a los 14 años, al dar el estirón, el Chelsea le sedujo para toda la vida. Ni siquiera el almuerzo al que le invitó Alex Ferguson en la ciudad deportiva del United le convenció de lo contrario un día en el que apenas probó bocado porque en la mesa de al lado estaba Eric Cantona, ídolo de la familia, ya que su abuelo y su padre son red devils. 

Su carácter y su ambición de niño no variaron con el paso de los años en el club del prestigioso barrio de Londres. A su llegada, el Chelsea era un equipo conocido por practicar buen fútbol de la mano de jugadores como Giafranco Zola, Poyet, Petrescu y Di Matteo. Éste último, actual entrenador del conjunto blue, inlfuyó en John en un detalle peculiar, resulta que cuando era juvenil le vio con las medias sobre las rodillas y le ha imitado hasta hoy. 

La verdadera historia de John Terry en el Chelsea, para lo bueno y para lo malo, comenzó en 2001. Aquel año, justamente 2 días antes de que cumpliera 21 años, Ranieri le dio el brazalete de capitán. Desde entonces nadie ha discutido su autoridad como líder del vestuario. Ni siquiera Mourinho, que pretendía dar los galones a Lampard, se lo quitó del brazo; hizo una votación y el equipo respaldó a su jefe. Es un héroe para la afición y una institución dentro del club. Ambos le seguirán en cualquier batalla. 

Pero la otra historia de John Terry también empezó en 2001. Aquel año se dio la primera polémica en la carrera de un futbolista muy controvertido fuera del campo cuando insultó a unos norteamericanos en el aeropuerto de Heathrow (Londres) y le dejaron sin sueldo dos semanas. Desde entonces ha protagonizado numerosos incidentes: se enzarzó en una pelea en un pub que acabó con un guardia herido, se negó a revelar quién conducía su Bentley ante la policía, cobró 12.000 euros por hacer de guía en el el estadio sin consentimiento del club, el año pasado, le cazaron alquilando sus abonos de Wembley por 5.000 euros; a su padre le pillaron vendiendo cocaína y a su madre robando en unos almacenes. Nada de eso, sin embargo, le ha descentrado sobre el césped ni desviado de su papel de capitán; como tampoco el que le quitaran el brazalete de la selección inglesa (un lío de faldas con la entonces esposa de su compañero Wayne Bridge).

Volviendo a la historia inicial, el partido entre Barça y Chelsea se recrudecía tras el 1-0 que anotaba Busquets y que empataba la eliminatoria. Quedaban poco más de 10 minutos para llegar al descanso cuando una jugada aislada parecía sentenciar al Chelsea. John Terry perdía los papeles y le daba un rodillazo en plenas posaderas (culo suena muy vulgar ¿no?) a Alexis Sánchez cuando el balón estaba lejos de ambos. Agresión sin balón por medio. Roja directa. John Terry, el capitán, dejaba tirados a los suyos en el partido más importante del año. No jugaría la final, aunque ni el más optimista confiaba en aquel momento en las opciones del Chelsea de disputarla. Menos aún cuando Iniesta anotaba el 2-0. La afición del Barça pedía una goleada pero se topó con un gol de Ramires en la última jugada del primer tiempo. Con el 2-1 al Chelsea le sirvió con encerrarse en la segunda parte y rematar con un gol de Fernando Torres en el descuento consiguiendo un billete a Múnich para jugar la final contra el anfitrión, el Bayern. 

Una final en la que no estará Terry, como ya dije antes. No podrá ser el primero en levantar la orejona, en caso de que el Chelsea salga campeón. Frank Lampard tendría ese honor (salvo que la UEFA se lo permita a Terry). 

Mi amigo Pablo me pidió explicaciones por defender a un jugador como ése, que terminaba expulsado en un partido tan importante y por una tontería injustificable. Habíamos quedado en evidencia, Terry por la expulsión y yo por defenderlo minutos antes. No era la primera vez y seguramente no será la última. Admiro a John Terry por su entrega y sus dotes de liderazgo, pero no es fácil mantener esta admiración. La polémica que envuelve a Terry es una losa pesada para todos los que se declaran admiradores del 26 del Chelsea. Supongo que es parte de su persona, para lo bueno y para lo malo.


lunes, 30 de abril de 2012

Cuestión de feeling: 3 años después

El primer artículo que escribí en este blog se titula "Cuestión de feeling". Basta con buscar en el historial de entradas para encontrar lo que escribí en Noviembre de 2009.

Aquel artículo tenía como objetivo inaugurar el blog y comentar la situación en la que se encontraba el Media Lúa en aquel momento. Pero, por encima de todo, en aquellas palabras quería mostrar mi desprecio a la última decisión de Pep Guardiola. Jamás he ocultado el enfado que me produjo la salida de Samuel Eto'o (uno de mis jugadores favoritos) del Barça. No puedo saber que ocurría en aquellos tiempos dentro del vestuario blaugrana, pero aquel "Cuestión de feeling" que pronunció Guardiola cuando Ibrahimovic sustituía a Eto'o en la delantera del Barça me sentó como un puñal. Durante las semanas del mercado de fichajes en aqueñ verano de 2009 en las que el Barça buscó desesperadamente una salida al camerunés, Pep Guardiola pasó de héroe a villano en mi consideración personal.

Pero tres años son muchos años y hoy no es momento de criticar. Guardiola deja el Barça, y ese es un hueco tremendo para el mundo del fútbol. Más allá de las discrepancias que pueda haber tenido con el técnico de Sampedor, estos días uno no puede evitar pensar todo lo que ofreció como entrenador estos últimos cuatro años. Llevó el fútbol a otra dimensión con un estilo al que siempre fue fiel, sin importar el rival o las circunstancias de cada partido. Se le daba más importancia al juego que al resultado, entendiendo que partir de uno llegaría el otro. Una fórmula que le permitió saciar la sed de títulos de la afición blaugrana y maravillar al mundo entero a base de un nivel de juego desconocido para el ojo humano. Nadie ha jugado y ganado (y probablemente nadie vuelva a hacerlo) cómo lo hicieron Guardiola y sus jugadores.

Sí, a pesar de que no siempre he estado de acuerdo con él (yo no he estado de acuerdo en todo con nadie en mi vida) yo también voy a echar mucho de menos a Pep. Echaré de menos su prudencia, su tranquilidad, su confianza, su saber estar y sus principios. Echaré de menos al mejor entrenador que he visto jamás. Después de todo amo este deporte, y si amas el fútbol, amas a Pep Guardiola.


domingo, 22 de abril de 2012

"Oh, my, this place is going crazy!": El robo de Larry Bird

Si hablamos de baloncesto en los años 80 hablamos de la rivalidad más importante de la historia de este deporte. Boston Celtics contra Los Angeles Lakers, Larry Bird contra Magic Johnson. La edad de oro de la NBA. Ambos equipos se nefrentaron en tres finales y dominaron la década con 8 títulos entre ambos. Una de las finales más recordadas que enfrentó a estos colosos del baloncesto fue la de 1987, la última que disputarían en la gloriosa década. Pero si bien los Lakers se plantaron sin demasiados problemas en aquella final, los Celtics tuvieron que sufrir lo indecible para no faltar a la cita con su eterno rival.

En las finales de la Conferencia Este de 1987 Boston Celtics y Detroit Pistons se enfrentaban para decidir quién acompañaría al equipo del "Show Time" de Los Angeles en la gran final. Era un enfrentamiento entre el "Big Three" de Boston dirigido por K.C Jones, que contaba con un quinteto que todo buen aficionado al baloncesto conoce de memoria (Dennis Johnson, Danny Ainge, Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish), y los "Bad Boys" de Detroit entrenados por el legendario Chuck Daly, que aún estaban comenzando su camino al éxito con jugadores jóvenes como Isiah Thomas, Joe Dumars, John Salley, Dennis Rodman y el no tan joven Bill Laimbeer.

En el 4º partido de esa serie, Detroit sacó los colores a los Celtics con un sonrojante 145-119 estableciendo el 2-2 en el parcial de la eliminatoria. En el 5º encuentro (aquel recordadísimo 5º encuentro en el Boston Garden) el equipo de K.C. Jones marchaba por debajo en el electrónico con pie y medio fuera de la competición. La situación concreta era la siguiente: Boston abajo por un punto de diferencia y Detroit con posesión de balón en los últimos segundos del partido. Fue en ese momento cuando el eje del trébol céltico, Larry Bird, hizo acto de presencia, apareciendo cuando realmente el equipo le reclamaba. Mientras Isiah Thomas se disponía a sacar de banda, Larry Bird se despreocupó de su hombre, fijando su marca únicamente y de forma minuciosa en la mirada e intuición del base de Detroit, que no era otra que mandar el esférico a Bill Laimbeer. En un acto prodigioso de instinto defensivo, Larry ‘Legend’ leyó a la perfección la mente de Thomas e interceptó el pase colocándose en la línea del mismo. Por un instante parecía que el destino de Larry estaba en la grada, pero de forma milagrosa mantuvo el equilibrio y consiguió sacar de la chistera -girándose hacia dentro- un pase divino que su compañero Dennis Johnson, que iniciaba un corte desde la línea de personal, consiguió ejecutar para dar así, la victoria a su equipo, 108-107, en el último segundo de un encuentro no apto para cardíacos pero con un sitio infranqueable en la historia de la liga.


Y cuando el Boston Garden explotó de júbilo, Johnny Most, mítico locutor de partidos de los Boston Celtics gritó: "Oh, my, this place is going crazy!!!"


domingo, 15 de abril de 2012

El auténtico rey del rock and roll

El auténtico rey del rock and roll nunca reclamó su trono aunque tuviera todo el derecho a hacerlo. No necesitó convertirse en una marca ni tener miles de imitadores vestidos con disfraces estrafalarios. Defendió sus principios sin preocuparle las críticas que pudieran hacerle. Creyó que la única forma de encontrase a sí mismo era hacer lo que él consideraba correcto. Con todos mis respetos a mi admirado Elvis Presley, si ha existido alguien que haya encarnado fielmente el verdadero espíritu del rock and roll, ese ha sido Johnny Cash. El auténtico rey del rock and roll.



domingo, 8 de abril de 2012

Where Are You Tonight?

There's a long-distance train rolling through the rain, tears on the letter I write.
There's a woman I long to touch and I miss her so much but she's drifting like a
satellite. There's a neon light ablaze in this green smoky haze, laughter down on
Elizabeth Street
And a lonesome bell tone in that valley of stone where she bathed in a stream of pure
heat. Her father would emphasize you got to be more than street-wise but he practiced
what he preached from the heart.
A full-blooded Cherokee, he predicted to me the time and the place that the trouble would start.

There's a babe in the arms of a woman in a rage
And a longtime golden-haired stripper onstage
And she winds back the clock and she turns back the page
Of a book that no one can write.
Oh, where are you tonight?

The truth was obscure, too profound and too pure, to live it you have to explode.
In that last hour of need, we entirely agreed, sacrifice was the code of the road.
I left town at dawn, with Marcel and St. John, strong men belittled by doubt.
I couldn't tell her what my private thoughts were but she had some way of finding
them out. He took dead-center aim but he missed just the same, she was waiting,
putting flowers on the shelf.
She could feel my despair as I climbed up her hair and discovered her invisible self.

There's a lion in the road, there's a demon escaped,
There's a million dreams gone, there's a landscape being raped,
As her beauty fades and I watch her undrape,
I won't, but then again, maybe I might.
Oh, if I could just find you tonight.

I fought with my twin, that enemy within, 'til both of us fell by the way.
Horseplay and disease is killing me by degrees while the law looks the other way.
Your partners in crime hit me up for nickels and dimes, the guy you were lovin'
couldn't stay clean.
It felt outa place, my foot in his face, but he should-a stayed where his money was
green.
I bit into the root of forbidden fruit with the juice running down my leg.
Then I dealt with your boss, who'd never known about loss and who always was
too proud to beg.
There's a white diamond gloom on the dark side of this room and a pathway that leads
up to the stars.
If you don't believe there's a price for this sweet paradise, remind me to show you the
scars.

There's a new day at dawn and I've finally arrived.
If I'm there in the morning, baby, you'll know I've survived.
I can't believe it, I can't believe I'm alive,
But without you it just doesn't seem right.
Oh, where are you tonight?



miércoles, 4 de abril de 2012

Yes, We Can - El otoño de 2008


Las noticias no dejaban de llegar del otro lado del Atlántico. Durante todo el año 2008 se había hablado mucho de aquel afroamericano del partido demócrata que había superado a Hillary Clinton en las votaciones primarias para la presidencia del 2008. Pero fue a partir de Octubre, a un mes de las elecciones del 4 de Noviembre, cuando el nombre de Barack Obama se convirtió en el centro de innumerables conversaciones. En la tele veíamos discursos pronunciados con gran carisma, cientos de personajes famosos dando su apoyo al Senador de Illinois y, aunque aquí en España no terminábamos de creernos que una persona de raza negra pudiera llegar a dirigir la nación más poderosa del mundo, lo cierto es que se ignoró en gran medida al candidato republicano John McCain.

Fue en aquel Octubre de 2008 cuando yo entré en la universidad. Por aquel entonces no era más que un imberbe de 17 años con pocas ganas de seguir estudiando. Ciertamente, después de salir del instituto tras más de una década en las aulas, lo último que me apetecía era introducirme en un nuevo viaje de estudios que implicaría un mínimo de cuatro años más. Era como una sensación de vértigo. Otra vez a empezar de nuevo. Otra vez a conocer a mis nuevos compañeros. Otra vez descubrir un edificio del que no escaparía en cuatro años. No, yo no era una de esas personas ilusionadas con introducirse en la vida universitaria.

Madrugar cada mañana y recorrer el largo camino que me separaba de la facultad mientras escuchaba "Under The Bridge" en mi mp3. Expresión desganada. La gran cantidad de horas de clase a las que debía asistir en mi primer curso no invitaban a ser optimista. Durante aquellas primeras semanas traté de adaptarme y conocer gente. Mis primeros intentos de amigos pasaban las horas discutiendo sobre quién escuchaba más grupos de música antes de que nadie lo hiciera. No, yo no encajaba en aquel grupo de gente; de hecho, nunca quise entablar relación con gente así.

Pero mentiría si dijese que todo fueron decepciones y malos ratos en aquellos primeros días universitarios. Recuerdo con cariño aquel profesor de física que solía tomarse un respiro en medio de clase para comentar cosas con los alumnos con un tono cómico algo surrealista. Anécdotas de su infancia, comentarios sobre una gran cantidad de aldeas gallegas y charlas con alumnos a los que hacía salir al encerado para que resolvieran algún ejercicio. Las clases de física se convertían en los momento más placenteros de la semana.

Y mientras transcurría mi primer mes en la universidad, Barack Obama se enfrentaba al tramo final de la campaña de las elecciones presidenciales. La palaba "Change", muy presente en la campaña de Obama, se podía leer en carteles y escuchar en anuncios procedentes de la nación norteamericana. El cambio era lo que buscaba un país que se enfrentaba a numerosos problemas sociales: el índice de parados había crecido de manera preocupante, los valores de la bolsa habían sufrido un duro revés tras la reciente quiebra de Lehman Brothers, la sanidad privada negaba el servicio a aquellos que no estaban asegurados, el gobierno negaba la realidad del cambio climático y miles de soldados morían cada año en una guerra, la de Irak, que hacía mucho tiempo que había perdido toda credibilidad. Change.

Pero era otra la frase que todos nos sabíamos de memoria y que parecía tener la fuerza suficiente como para cambiar un país entero. "Yes, we can", la frase que levantó el orgullo de una nación ya de por sí muy orgullosa. ¿Cómo no iba a ser capaz de recuperarse una nación que con menos de 250 años de historia ya había alcanzado la cima como potencia mundial? Escuchamos esa frase en boca de todo el mundo y la vimos impresa en todo tipo de material publicitario. Cuando el candidato demócrata la pronunciaba el público enloquecía y mostraba su apoyo incondicional.


Llegó el 4 de Noviembre. Aquel 4 de Noviembre esperanzador para los demócratas americanos. Recuerdo que en mi casa seguían convencidos de que Obama no ganaría. Mi madre repetía que en Estados Unidos las elecciones se decidían en el último momento y que no veía a un afroamericano dirigiendo la nación. Yo sin embargo estaba convencido de su victoria. Las encuestas le daban como claro ganador y después del último periodo de mandato de George W Bush los republicanos no podrían vencer. En la televisión los enviados especiales informaban de cómo había transcurrido el día en las urnas y mostraban imágenes de los dos aspirantes a la casa blanca. Los resultados se conocerían durante la noche en América, la madrugada española.

Me desperté en la mañana del 5 de noviembre y después de una ducha me apresuré a comprobar los resultados en internet. Como ya sabréis, Barack Obama había sido elegido como cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos de América. No podía esconder mi alegría por la tan esperada vuelta de los demócratas al poder. Ese día se me hizo mucho más soportable la larga caminata hacia la facultad, realmente estaba feliz por los resultados electorales, había motivos para el optimismo. Por supuesto, cuando llegué a la facultad me encontré con varias personas que comentaban la victoria de Obama. Era la noticia del momento y serviría como tema de conversación durante semanas. Al llegar la hora de comenzar la clase de física los corrillos se dispersaron y todos no sentamos en nuestros respectivos asientos. El profesor entró en el aula y en cuanto llegó a su mesa sacó unos cuantos folios de su maletín y pasó algunos segundos revisándolos. Cuando había terminado y todos pensábamos que comenzaría a recordar algunos aspectos tratados en clases anteriores, levantó la cabeza y exclamó para nuestro asombro: "Yes, we can". Una sonrisa se apoderó de todos los alumnos y muchos no pudimos evitar soltar una carcajada. A raíz de ese día aparecieron muchos montajes fotográficos en los que se sustituía la cara de Obama por la de nuestro profesor.

Después de aquella curiosa mañana de clase llegué a casa dispuesto a ver todos los informativos. Vi junto a mi familia el discurso victorioso de Barack Obama y grandes multitudes celebrando el cambio de gobierno. El entusiasmo era desbordado y la gente parecía realmente haber recuperado la esperanza y una nueva ambición por mejorar y salir adelante. Reportajes especiales recordaban la vida que el nuevo presidente había llevado hasta llegar a ese 4 de Noviembre mientras sonaba de fondo "The Times They Are a-Changin'" de Bob Dylan. Quedaban por delante cuatro años de mandato en los que además de ilusión, se necesitaría esfuerzo para alcanzar las cotas marcadas.

En cuanto a mí, aquella primera semana de Noviembre comenzaban las prácticas de física. Antes de comenzar dichas prácticas me encontré con un compañero al que conocía de vista de otras clases y le pregunté si sabía donde era el laboratorio de prácticas. Después de mantener una breve conversación nos dirigimos al laboratorio y la clase comenzó. Aquel día aquel compañero que casi no conocía se convirtió en mi compañero de prácticas. Con el tiempo sería un gran amigo con el que compartí muchos buenos momentos y conocí a mucha gente que verdaderamente merecía la pena. En aquel momento no sabía lo que me depararía el futuro, pero tres años y medio después puedo decir que mis años en la universidad han sido los mejores de mi vida. Digamos que en aquel otoño de 2008 los tiempos estaban cambiando, y ciertamente, nunca han dejado de hacerlo.