lunes, 30 de abril de 2012

Cuestión de feeling: 3 años después

El primer artículo que escribí en este blog se titula "Cuestión de feeling". Basta con buscar en el historial de entradas para encontrar lo que escribí en Noviembre de 2009.

Aquel artículo tenía como objetivo inaugurar el blog y comentar la situación en la que se encontraba el Media Lúa en aquel momento. Pero, por encima de todo, en aquellas palabras quería mostrar mi desprecio a la última decisión de Pep Guardiola. Jamás he ocultado el enfado que me produjo la salida de Samuel Eto'o (uno de mis jugadores favoritos) del Barça. No puedo saber que ocurría en aquellos tiempos dentro del vestuario blaugrana, pero aquel "Cuestión de feeling" que pronunció Guardiola cuando Ibrahimovic sustituía a Eto'o en la delantera del Barça me sentó como un puñal. Durante las semanas del mercado de fichajes en aqueñ verano de 2009 en las que el Barça buscó desesperadamente una salida al camerunés, Pep Guardiola pasó de héroe a villano en mi consideración personal.

Pero tres años son muchos años y hoy no es momento de criticar. Guardiola deja el Barça, y ese es un hueco tremendo para el mundo del fútbol. Más allá de las discrepancias que pueda haber tenido con el técnico de Sampedor, estos días uno no puede evitar pensar todo lo que ofreció como entrenador estos últimos cuatro años. Llevó el fútbol a otra dimensión con un estilo al que siempre fue fiel, sin importar el rival o las circunstancias de cada partido. Se le daba más importancia al juego que al resultado, entendiendo que partir de uno llegaría el otro. Una fórmula que le permitió saciar la sed de títulos de la afición blaugrana y maravillar al mundo entero a base de un nivel de juego desconocido para el ojo humano. Nadie ha jugado y ganado (y probablemente nadie vuelva a hacerlo) cómo lo hicieron Guardiola y sus jugadores.

Sí, a pesar de que no siempre he estado de acuerdo con él (yo no he estado de acuerdo en todo con nadie en mi vida) yo también voy a echar mucho de menos a Pep. Echaré de menos su prudencia, su tranquilidad, su confianza, su saber estar y sus principios. Echaré de menos al mejor entrenador que he visto jamás. Después de todo amo este deporte, y si amas el fútbol, amas a Pep Guardiola.


domingo, 22 de abril de 2012

"Oh, my, this place is going crazy!": El robo de Larry Bird

Si hablamos de baloncesto en los años 80 hablamos de la rivalidad más importante de la historia de este deporte. Boston Celtics contra Los Angeles Lakers, Larry Bird contra Magic Johnson. La edad de oro de la NBA. Ambos equipos se nefrentaron en tres finales y dominaron la década con 8 títulos entre ambos. Una de las finales más recordadas que enfrentó a estos colosos del baloncesto fue la de 1987, la última que disputarían en la gloriosa década. Pero si bien los Lakers se plantaron sin demasiados problemas en aquella final, los Celtics tuvieron que sufrir lo indecible para no faltar a la cita con su eterno rival.

En las finales de la Conferencia Este de 1987 Boston Celtics y Detroit Pistons se enfrentaban para decidir quién acompañaría al equipo del "Show Time" de Los Angeles en la gran final. Era un enfrentamiento entre el "Big Three" de Boston dirigido por K.C Jones, que contaba con un quinteto que todo buen aficionado al baloncesto conoce de memoria (Dennis Johnson, Danny Ainge, Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish), y los "Bad Boys" de Detroit entrenados por el legendario Chuck Daly, que aún estaban comenzando su camino al éxito con jugadores jóvenes como Isiah Thomas, Joe Dumars, John Salley, Dennis Rodman y el no tan joven Bill Laimbeer.

En el 4º partido de esa serie, Detroit sacó los colores a los Celtics con un sonrojante 145-119 estableciendo el 2-2 en el parcial de la eliminatoria. En el 5º encuentro (aquel recordadísimo 5º encuentro en el Boston Garden) el equipo de K.C. Jones marchaba por debajo en el electrónico con pie y medio fuera de la competición. La situación concreta era la siguiente: Boston abajo por un punto de diferencia y Detroit con posesión de balón en los últimos segundos del partido. Fue en ese momento cuando el eje del trébol céltico, Larry Bird, hizo acto de presencia, apareciendo cuando realmente el equipo le reclamaba. Mientras Isiah Thomas se disponía a sacar de banda, Larry Bird se despreocupó de su hombre, fijando su marca únicamente y de forma minuciosa en la mirada e intuición del base de Detroit, que no era otra que mandar el esférico a Bill Laimbeer. En un acto prodigioso de instinto defensivo, Larry ‘Legend’ leyó a la perfección la mente de Thomas e interceptó el pase colocándose en la línea del mismo. Por un instante parecía que el destino de Larry estaba en la grada, pero de forma milagrosa mantuvo el equilibrio y consiguió sacar de la chistera -girándose hacia dentro- un pase divino que su compañero Dennis Johnson, que iniciaba un corte desde la línea de personal, consiguió ejecutar para dar así, la victoria a su equipo, 108-107, en el último segundo de un encuentro no apto para cardíacos pero con un sitio infranqueable en la historia de la liga.


Y cuando el Boston Garden explotó de júbilo, Johnny Most, mítico locutor de partidos de los Boston Celtics gritó: "Oh, my, this place is going crazy!!!"


domingo, 15 de abril de 2012

El auténtico rey del rock and roll

El auténtico rey del rock and roll nunca reclamó su trono aunque tuviera todo el derecho a hacerlo. No necesitó convertirse en una marca ni tener miles de imitadores vestidos con disfraces estrafalarios. Defendió sus principios sin preocuparle las críticas que pudieran hacerle. Creyó que la única forma de encontrase a sí mismo era hacer lo que él consideraba correcto. Con todos mis respetos a mi admirado Elvis Presley, si ha existido alguien que haya encarnado fielmente el verdadero espíritu del rock and roll, ese ha sido Johnny Cash. El auténtico rey del rock and roll.



domingo, 8 de abril de 2012

Where Are You Tonight?

There's a long-distance train rolling through the rain, tears on the letter I write.
There's a woman I long to touch and I miss her so much but she's drifting like a
satellite. There's a neon light ablaze in this green smoky haze, laughter down on
Elizabeth Street
And a lonesome bell tone in that valley of stone where she bathed in a stream of pure
heat. Her father would emphasize you got to be more than street-wise but he practiced
what he preached from the heart.
A full-blooded Cherokee, he predicted to me the time and the place that the trouble would start.

There's a babe in the arms of a woman in a rage
And a longtime golden-haired stripper onstage
And she winds back the clock and she turns back the page
Of a book that no one can write.
Oh, where are you tonight?

The truth was obscure, too profound and too pure, to live it you have to explode.
In that last hour of need, we entirely agreed, sacrifice was the code of the road.
I left town at dawn, with Marcel and St. John, strong men belittled by doubt.
I couldn't tell her what my private thoughts were but she had some way of finding
them out. He took dead-center aim but he missed just the same, she was waiting,
putting flowers on the shelf.
She could feel my despair as I climbed up her hair and discovered her invisible self.

There's a lion in the road, there's a demon escaped,
There's a million dreams gone, there's a landscape being raped,
As her beauty fades and I watch her undrape,
I won't, but then again, maybe I might.
Oh, if I could just find you tonight.

I fought with my twin, that enemy within, 'til both of us fell by the way.
Horseplay and disease is killing me by degrees while the law looks the other way.
Your partners in crime hit me up for nickels and dimes, the guy you were lovin'
couldn't stay clean.
It felt outa place, my foot in his face, but he should-a stayed where his money was
green.
I bit into the root of forbidden fruit with the juice running down my leg.
Then I dealt with your boss, who'd never known about loss and who always was
too proud to beg.
There's a white diamond gloom on the dark side of this room and a pathway that leads
up to the stars.
If you don't believe there's a price for this sweet paradise, remind me to show you the
scars.

There's a new day at dawn and I've finally arrived.
If I'm there in the morning, baby, you'll know I've survived.
I can't believe it, I can't believe I'm alive,
But without you it just doesn't seem right.
Oh, where are you tonight?



miércoles, 4 de abril de 2012

Yes, We Can - El otoño de 2008


Las noticias no dejaban de llegar del otro lado del Atlántico. Durante todo el año 2008 se había hablado mucho de aquel afroamericano del partido demócrata que había superado a Hillary Clinton en las votaciones primarias para la presidencia del 2008. Pero fue a partir de Octubre, a un mes de las elecciones del 4 de Noviembre, cuando el nombre de Barack Obama se convirtió en el centro de innumerables conversaciones. En la tele veíamos discursos pronunciados con gran carisma, cientos de personajes famosos dando su apoyo al Senador de Illinois y, aunque aquí en España no terminábamos de creernos que una persona de raza negra pudiera llegar a dirigir la nación más poderosa del mundo, lo cierto es que se ignoró en gran medida al candidato republicano John McCain.

Fue en aquel Octubre de 2008 cuando yo entré en la universidad. Por aquel entonces no era más que un imberbe de 17 años con pocas ganas de seguir estudiando. Ciertamente, después de salir del instituto tras más de una década en las aulas, lo último que me apetecía era introducirme en un nuevo viaje de estudios que implicaría un mínimo de cuatro años más. Era como una sensación de vértigo. Otra vez a empezar de nuevo. Otra vez a conocer a mis nuevos compañeros. Otra vez descubrir un edificio del que no escaparía en cuatro años. No, yo no era una de esas personas ilusionadas con introducirse en la vida universitaria.

Madrugar cada mañana y recorrer el largo camino que me separaba de la facultad mientras escuchaba "Under The Bridge" en mi mp3. Expresión desganada. La gran cantidad de horas de clase a las que debía asistir en mi primer curso no invitaban a ser optimista. Durante aquellas primeras semanas traté de adaptarme y conocer gente. Mis primeros intentos de amigos pasaban las horas discutiendo sobre quién escuchaba más grupos de música antes de que nadie lo hiciera. No, yo no encajaba en aquel grupo de gente; de hecho, nunca quise entablar relación con gente así.

Pero mentiría si dijese que todo fueron decepciones y malos ratos en aquellos primeros días universitarios. Recuerdo con cariño aquel profesor de física que solía tomarse un respiro en medio de clase para comentar cosas con los alumnos con un tono cómico algo surrealista. Anécdotas de su infancia, comentarios sobre una gran cantidad de aldeas gallegas y charlas con alumnos a los que hacía salir al encerado para que resolvieran algún ejercicio. Las clases de física se convertían en los momento más placenteros de la semana.

Y mientras transcurría mi primer mes en la universidad, Barack Obama se enfrentaba al tramo final de la campaña de las elecciones presidenciales. La palaba "Change", muy presente en la campaña de Obama, se podía leer en carteles y escuchar en anuncios procedentes de la nación norteamericana. El cambio era lo que buscaba un país que se enfrentaba a numerosos problemas sociales: el índice de parados había crecido de manera preocupante, los valores de la bolsa habían sufrido un duro revés tras la reciente quiebra de Lehman Brothers, la sanidad privada negaba el servicio a aquellos que no estaban asegurados, el gobierno negaba la realidad del cambio climático y miles de soldados morían cada año en una guerra, la de Irak, que hacía mucho tiempo que había perdido toda credibilidad. Change.

Pero era otra la frase que todos nos sabíamos de memoria y que parecía tener la fuerza suficiente como para cambiar un país entero. "Yes, we can", la frase que levantó el orgullo de una nación ya de por sí muy orgullosa. ¿Cómo no iba a ser capaz de recuperarse una nación que con menos de 250 años de historia ya había alcanzado la cima como potencia mundial? Escuchamos esa frase en boca de todo el mundo y la vimos impresa en todo tipo de material publicitario. Cuando el candidato demócrata la pronunciaba el público enloquecía y mostraba su apoyo incondicional.


Llegó el 4 de Noviembre. Aquel 4 de Noviembre esperanzador para los demócratas americanos. Recuerdo que en mi casa seguían convencidos de que Obama no ganaría. Mi madre repetía que en Estados Unidos las elecciones se decidían en el último momento y que no veía a un afroamericano dirigiendo la nación. Yo sin embargo estaba convencido de su victoria. Las encuestas le daban como claro ganador y después del último periodo de mandato de George W Bush los republicanos no podrían vencer. En la televisión los enviados especiales informaban de cómo había transcurrido el día en las urnas y mostraban imágenes de los dos aspirantes a la casa blanca. Los resultados se conocerían durante la noche en América, la madrugada española.

Me desperté en la mañana del 5 de noviembre y después de una ducha me apresuré a comprobar los resultados en internet. Como ya sabréis, Barack Obama había sido elegido como cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos de América. No podía esconder mi alegría por la tan esperada vuelta de los demócratas al poder. Ese día se me hizo mucho más soportable la larga caminata hacia la facultad, realmente estaba feliz por los resultados electorales, había motivos para el optimismo. Por supuesto, cuando llegué a la facultad me encontré con varias personas que comentaban la victoria de Obama. Era la noticia del momento y serviría como tema de conversación durante semanas. Al llegar la hora de comenzar la clase de física los corrillos se dispersaron y todos no sentamos en nuestros respectivos asientos. El profesor entró en el aula y en cuanto llegó a su mesa sacó unos cuantos folios de su maletín y pasó algunos segundos revisándolos. Cuando había terminado y todos pensábamos que comenzaría a recordar algunos aspectos tratados en clases anteriores, levantó la cabeza y exclamó para nuestro asombro: "Yes, we can". Una sonrisa se apoderó de todos los alumnos y muchos no pudimos evitar soltar una carcajada. A raíz de ese día aparecieron muchos montajes fotográficos en los que se sustituía la cara de Obama por la de nuestro profesor.

Después de aquella curiosa mañana de clase llegué a casa dispuesto a ver todos los informativos. Vi junto a mi familia el discurso victorioso de Barack Obama y grandes multitudes celebrando el cambio de gobierno. El entusiasmo era desbordado y la gente parecía realmente haber recuperado la esperanza y una nueva ambición por mejorar y salir adelante. Reportajes especiales recordaban la vida que el nuevo presidente había llevado hasta llegar a ese 4 de Noviembre mientras sonaba de fondo "The Times They Are a-Changin'" de Bob Dylan. Quedaban por delante cuatro años de mandato en los que además de ilusión, se necesitaría esfuerzo para alcanzar las cotas marcadas.

En cuanto a mí, aquella primera semana de Noviembre comenzaban las prácticas de física. Antes de comenzar dichas prácticas me encontré con un compañero al que conocía de vista de otras clases y le pregunté si sabía donde era el laboratorio de prácticas. Después de mantener una breve conversación nos dirigimos al laboratorio y la clase comenzó. Aquel día aquel compañero que casi no conocía se convirtió en mi compañero de prácticas. Con el tiempo sería un gran amigo con el que compartí muchos buenos momentos y conocí a mucha gente que verdaderamente merecía la pena. En aquel momento no sabía lo que me depararía el futuro, pero tres años y medio después puedo decir que mis años en la universidad han sido los mejores de mi vida. Digamos que en aquel otoño de 2008 los tiempos estaban cambiando, y ciertamente, nunca han dejado de hacerlo.