lunes, 7 de octubre de 2013

El último vals en busca de un sueldazo



"Navegando en Internet
comiendo como un animal
Alguien me dijo una vez
que todo tiene un final"

Cuando todo esto empezó, estoy seguro de que nadie se esperaba un final así. Una historia con un comienzo improvisado y un final incierto. Porque, cuando el primer capítulo de Raruto veía la luz en Noviembre de 2005 ni el más optimista podría prever 8 años de aventuras en los que cada lector ha vivido su propia historia.

Yo viví la mía, y no lo hice solo. Mi amigo Louzao y yo comenzamos a leer la obra al mismo tiempo para poder comentar cada episodio a medida que los íbamos disfrutando. Mientras las páginas pasaban recordaba cada risa, cada sorpresa y cada detalle para comentarlo con mi amigo una vez terminado el capítulo. Especular sobre los próximos acontecimientos de Raruto se convirtió en un ejercicio semanal e incluso usábamos varias expresiones de la obra como frases recurrentes en nuestro día a día. Y todo ello durante tantos años, en los que debo confesar que me he visto crecer y madurar.

Madurar. Como el protagonista de toda gran historia, que experimenta una marcada evolución desde el principio hasta el fin. En Raruto no podía ser menos, y aunque todos le tenemos cariño a ese rubio de ojos achinados, el auténtico protagonista es otro. Jesús García Ferrer, el autor, ha acompañado a los lectores en todo este viaje. Desde el primer capítulo hemos conocido la experiencia de Jesús y se nos ha permitido ser conscientes de la evolución del proyecto, desde una pequeña obra independiente a todo un universo de fans. Y más allá de las viñetas nos ha contado su historia, desde los duros comienzos en los que era complicado encontrar horas libres para dibujar hasta el nacimiento de su hija. Espero que comprenda que, de algún modo, nosotros lo hemos vivido con él.

El próximo fin de semana me reiré una vez más con las aventuras de los habitantes de Torroja. Las risas serán el marco ideal para una historia que empezó así, a base de carcajadas. En los buenos y en los malos momentos, Raruto siempre dispuesto a arrancar una sonrisa. No podré evitar sentirme nostálgico cuando todo termine aunque quizás, cuando me despierte al día siguiente, todo haya sido un genjutsu.

Pase lo que pase, yo seguiré soñando con ser un jefazo y tener un sueldazo.


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